Pasan en promedio 10 años desde que presentas el primer síntoma hasta que logran diagnosticarte la endometriosis, esta se suele diagnosticar alrededor de los 30 o 40, no cuando tienes veintitantos años como me lo diagnosticaron a mí. Creo que tuve suerte de alguna forma, pues con el diagnóstico tengo cuidados distintos y eso me ha ayudado a tener una mejor calidad de vida.

Antes de mi diagnostico tuve dolores extremadamente fuertes que me llevaban a la cama, me ponían totalmente indispuesta especialmente el segundo día de mi periodo, los dolores eran incapacitantes, era un dolor súper agudo, en el ovario derecho especialmente, a veces en el Izquierdo. Ahora sé que tengo endometriomas en ambos.
Todo esto lo comencé a averiguar cuando estaba haciendo un viaje con caminatas a cascadas y diversas actividades, cuando de pronto una madrugada desperté con un dolor muy intenso y coincidía también con que estaba menstruando. El dolor era tan fuerte que me llevaron a la clínica del lugar. A pesar de sus atenciones no tenían los equipos necesarios para realizarme una ecografía vaginal, por lo tanto, solo me hicieron un ultrasonido, en el que se pudo observar una bola de aproximadamente 9cm en el ovario derecho, y ahí se dieron cuenta que tenía un quiste, pero no sabían si eso tapaba mi apéndice. Entonces no sabían si tenía apendicitis y además un quiste enorme.
A partir de ahí esperé 2 meses más aproximadamente antes de que me dieran el diagnóstico, nos dimos cuenta de que ese quiste enorme que tuve era un quiste lúteo, es decir, un quiste de sangre que se puede reabsorber o que te lo pueden quitar para que no corras el riesgo de tener una torsión ovárica y pierdas el ovario. En mi caso 2 meses de anticonceptivos bastaron para que se reabsorbiera de forma rápida, sin embargo, tuve otros quistes que con esos anticonceptivos tuvieron que haber desaparecido, pero seguían ahí y esos quistes eran endometriomas. Gracias a que tuve un quiste demasiado grande, determinaron que en realidad tengo endometriosis y eso fue la causa del dolor tan fuerte.
Todo esto fue un proceso violento para mi cuerpo, porque había muchos doctores entrando y saliendo, haciéndome muchísimas revisiones y se sentía sumamente invasivo pues no se comunicaban conmigo, únicamente hablaban entre ellos.
Cuando me dieron el diagnóstico, me puse muy triste, fue algo muy doloroso, sobre todo por la manera en la que me dieron el diagnóstico. Fue un ginecólogo hombre especialista en afecciones ováricas, muy específico a lo que yo necesitaba. Me dijo que tenía dos noticias, la buena era que el quiste gigante se había reabsorbido y la mala era que quedaban pequeños quistes que no se reabsorbieron los cuales resultaron ser los endometriomas.

Su siguiente comentario fue “Si yo supiera porqué tienes endometriosis, me ganaría un premio Nobel”, me informó que la endometriosis no tiene cura y que es progresiva, pero además comenzó a hacer recomendaciones como congelar mis óvulos, a pesar de que ya le había comentado que tener hijos no era algo que yo buscara, pues no es algo importante en mi vida. Y continuó con esos comentarios, como por ejemplo, “Tú ahorita puedes decirme que no quieres hijos, pero tú no sabes si vas a conocer a tu príncipe azul”. Eran totalmente irrespetuosos ante la certeza de mis deseos con mi cuerpo.
Yo tenía muchas preguntas sobre qué podía hacer para vivir con ese diagnóstico, cuál era el paso siguiente, pero él solo dijo que necesitaba comer bien y hacer ejercicio porque según él bajar de peso no me caería mal, porque necesitaba que mi cara se afile y eso me haría muy bien ya que toda esa grasa extra en mi abdomen genera más estrógeno y hace que los endometriomas crezcan más. Era muy violento de muchas formas, fue terrible. Ya no quise regresar con él, actualmente me atiende una ginecóloga de la cual su trato me parece mejor, pero no he encontrado un espacio donde yo me sienta 100% cómoda.

Ya que tenía que regular mis niveles de estrógeno empecé a ir con una nutrióloga que me atendió increíble, elle hizo que este diagnóstico no fuera el fin del mundo, me hizo ver que mi cuerpo no estaba mal, que no se trataba de bajar de peso sino de llevar una dieta antiinflamatoria, hizo que yo dijera “Todo va a estar bien, puedo vivir con esto, no me voy a morir y me puedo sentir bien”. Nunca hubo gordofobia con esta nutrióloga, eso también me ayudó mucho.
En todos estos meses no he dejado de ir con ginecólogos y de hacerme estudios y es muy agotador porque las respuestas son muy ambiguas, creo que hay muy poca información respecto a la endometriosis.
Los doctores nunca te refieren a endometriosis de manera inmediata a pesar de los síntomas. Yo sabía poco de la endometriosis, no tenía información, entonces creo que los doctores no lo piensan como una opción. Pareciera como si estuvieras exagerando siempre, con tus dolores o síntomas, jamás hacen un protocolo de revisión de los síntomas.

A las personas que están pasando por esto les puedo decir que hay otros lugares y otras formas de cuidar nuestro cuerpo de una forma más amorosa, y encontrarlas es posible, sólo hay que hacer uso de nuestras redes de apoyo y encontrar a personas que estén pasando por lo mismo puede ayudarnos mucho, pues hasta que encontré personas que también tienen endometriosis, pude tener conversaciones que me hacían sentir sin frustración al respecto, la frustración llega porque se siente que no puedes hacer nada.
Sin duda el apoyo de la familia y las amistades es algo importante, pero mucha gente no entiende por lo que se pasa y lo que significa tener un diagnóstico de una enfermedad que no tiene cura y que sólo avanza y es progresiva y que además nadie sabe muy bien qué hacer con ella.
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