Ahora que inician las clases de manera presencial en el reino animal se hace una invitación a todos los miembros de esta comunidad para que asistan a la escuela de la localidad.
Sólo hay un requisito para ingresar a las aulas: Llevar puesto el uniforme, dijo el director, el señor Mono.
Los papitos se pusieron manos a la obra y prepararon las telas y demás materiales para elaborar el traje requerido.
Papá Sapo compró para su hija muchas trenzas de colores y un corbatín negro para su hijo.
La familia Oso pasó la última semana cociendo faldas, pantalones, medias y zapatos porque en el verano pasado se creció la familia.
A pesar del trabajo todo era normalidad en sus hogares menos en la casa de la Lombriz porque no se decidía que traje elaborar, no me siento bien con falda y blusa, pero tampoco con camisa y pantalón, el día esperado se acercaba y sus miedos crecían, solo estaba segura de que estudiar era su gran ilusión.
Y el día esperado llegó, Burro hizo el anuncio con un rebuzno indicando que las puertas de la escuela se abrían, todos ingresaban entre saltos y algarabías luciendo sus uniformes nuevos. En el gran patio se iban ubicando según las indicaciones de Mono el director.
Lentamente hizo su ingreso la Lombriz, vistiendo como uniforme su cuerpo cubierto de lodo. Todos sus compañeros la observaron con admiración, ella se sintió avergonzada e insegura, pero mono el director se dio cuenta de su nerviosismo y amablemente la invitó a unirse al grupo y pasar a su aula.
En la tarde leyeron un decreto pegado en la puerta y firmado por el director:
¡Prohibido ser iguales!
¡Bienvenidos todos con sus pelos, sus plumas y sus pieles de colores!
Ingresar sin uniforme.
― Zorey Aroca
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