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Supe que era lesbiana antes de saber su significado.

  • Foto del escritor: Mi Cuerpo/Min Krop
    Mi Cuerpo/Min Krop
  • 13 feb
  • 2 Min. de lectura


Podría decir que me gustan las mujeres desde que tengo uso de razón. El primer recuerdo que tengo es de cuando estaba en kinder y había una niña por la cual sentía cosas, tenía ganas de besarla y recuerdo que lo hice, fue solo un besito de dos niñas que no sabían lo que estaban haciendo y ni siquiera tenían el razonamiento para poder entender algún sentimiento; pero para mí significó que eso era lo que me gustaba, las mujeres. 


A medida que fui creciendo le encontré el significado a la palabra “lesbiana” y era lo que yo era, pero mi abuela y mi familia era muy religiosa y siempre tacharon la homosexualidad como un pecado, así que lo mantuve oculto hasta mis 11 años porque pensé que tal vez solo era una etapa. 

Intenté que me gustaran los niños para “curarme” y decir que era bisexualidad para ser “medio enferma”, pero no lo lograba, nunca me gustaron los niños y cargué con ese proceso sola.

Hasta que un día no pude más y le conté a mi mamá que me gustaban las niñas, mi mamá es una mujer joven y madre primeriza, así que no sabía cómo reaccionar, ni cómo actuar. Durante dicha conversación lo primero que me preguntó fue cómo me sentía, y yo con mi escaso uso de razón le dije que me sentía confundida (no por saber lo que quería, sino por el contrario, estaba tan segura de que me gustaban las niñas que me sentía culpable por no ser “normal” y haberlo intentado todo para serlo), así que ella me empezó a llevar al psicólogo luego de consultarme y decirme que era un especialista que me iba a ayudar con mis emociones. 


Empecé a ir al psicólogo pero solo fui dos veces porque me tenía que levantar temprano y no me gustaba madrugar, así que le dije a mi mamá que no me sentía confundida que ya me había curado (pero me cure del miedo, porque vi que mi mamá nunca me juzgo por el contrario me acompañó en mi descubrimiento sobre mi sexualidad) y al ver que mi mamá lo normalizó también lo empecé a ver normal, que no importa si para los demás era un pecado o estaba mal, si yo me sentía bien era lo único que importaba.

 

Mi mamá fue quien me ayudó a no tener miedo ni estar dentro de un clóset, el clóset es para la ropa, no para las personas que aman, así que nunca salí del clóset porque nunca estuve en uno, siempre fui yo, con toda mi naturaleza y sin ocultar nada, no me gustaban las muñecas ni los juegos de niña, me gustaban los trompos y las canicas, y mi mamá siempre me los compro y cuido de mí.

Así que espero que las personas que lean esto tengan la suerte de tener a alguien que les dé tanto amor que les quite el peso de llevar un miedo adentro, que les den tanto amor que les contagie amarse a sí mismos tal y como son. 

-Susana Restrepo.


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