Mi embarazo adolescente
- Mi Cuerpo/Min Krop
- 14 ago
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Quedé embarazada solo 4 meses después de haber cumplido mis 14 años. Cómo olvidar aquella etapa, en la que siendo solo una adolescente ya me debía enfrentar a uno de los mayores desafíos de mi vida, sin pensarlo, estaba montada en una montaña rusa llena de sensaciones, con un sin fin de subidas y bajadas emocionales.

Cuando tenía 13 años tuve mi primer novio oficial, a quien presenté en mi casa, él me presentó en la suya y con quien salía constantemente, siempre fui una mujer inteligente y de un carácter firme, a pesar de ello, en ese momento sentí que ese primer amor era todo para mí. Cabe resaltar que él era un joven de 18 años y lo conocí en el colegio.
Mi madre siempre fue una persona que me ha apoyado en todo y a quien le puedo confiar ciertas cosas, por eso ella no se opuso a que tuviera novio, me brindaba un poco de libertad y me hablaba abiertamente sobre todos los métodos de planificar que existían y sobre todo de infecciones de transmisión sexual, es decir que para mí eso nunca fue un tabú.
A pesar de la confianza que siempre me brindo mi madre, no tuve la suficiente valentía para confesarle que llevaba una vida sexual activa con mi pareja. En aquel momento, (2010), para poder planificar era necesario acudir al centro de salud con alguno de los padres o el tutor legal, por ende, no fue posible hacerlo.
Teniendo en cuenta que solo sostenía relaciones con mi pareja estable, no nos estábamos cuidando, el método que en ese entonces usábamos era el coito interrumpido (ni siquiera conocíamos su nombre ni contábamos con más información), realmente con mi poco conocimiento en ese momento pensaba que era efectivo y no había escuchado nunca acerca del líquido pre seminal el cual cumplía una función de lubricación y podría traer consigo espermatozoides. Tampoco sabía que los hombres podrían cometer errores y calcular mal los tiempos de la interrupción.

De esta forma, fue que a mis 14 años empecé a sentir que probablemente estaba embarazada, y no fueron síntomas físicos, fue algo en mi mente, se puede decir que, como un sexto sentido. Recurrí a hacerme varias pruebas de orina las cuales pintaba la segunda raya muy débil, por lo que seguía convencida que era negativa, paso el tiempo y no llegaba la menstruación.
Finalmente, mi pareja decidió contarle a su madre, mientras mi madre me enfrentó porque no me llegaba la menstruación, al siguiente día se enteró mi padre y decidieron llevarme al médico, verificando en la prueba de sangre que efectivamente el resultado era positivo.
Esa etapa fue una de las más difíciles de mi vida, mi padre no me hablo por meses, mi madre se veía muy decepcionada, mi pareja se encontraba prestando servicio militar, y no teníamos la solvencia económica para asumir esa responsabilidad. Debía caminar ida y vuelta al colegio, con tal de guardarme el dinero para acudir a las citas, tampoco podía comer en el colegio lo que se me antojara en el descanso, siempre iba al restaurante escolar para llenarme.
Finalmente tuve a mi hijo tan solo 17 días después de haber cumplido los 15 años. Siendo sincera, la vida no ha sido fácil, ahora con 28 años pienso que mi hijo merecía una estabilidad económica y emocional, aunque a pesar de todo he tratado de dar todo de mi para ser una buena madre.

La palabra resiliencia fue algo que aprendí en la experiencia de ser madre adolescente, podría decir que se lo atribuyo a mi hijo, pero claramente no es un consejo que le daría a los adolescentes, ahora trato de ser esa persona que les habla abiertamente a los jóvenes, aclarando sus dudas, con el fin de prevenir embarazos a temprana edad.
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