Mi nombre es Claudia Bohórquez y soy psicóloga. Recientemente se me presentó una situación bastante incómoda. Llevo dos años trabajando en el área del trabajo, en temas de empleabilidad y desarrollo profesional. Con este tema, he trabajado con comunidades y he brindado mi número telefónico a muchas personas. En todos estos años nunca he tenido algún inconveniente por brindar mi número y ahora estoy en un grupo de WhatsApp donde se envían ofertas de trabajo.
Muy tarde en la noche, casi como a las 11, me escribió una persona. La verdad, no quería abrirlo hasta que me di cuenta de que me había mandado algo y me dio curiosidad, cuando lo abrí, pude ver que era un pene, y como queriendo ser seductor este hombre. Fue demasiado incómodo porque no supe quién era esta persona, hasta que me di cuenta de que pertenece al mismo grupo de WA y parece que se guio por mi foto de perfil, viendo que era mujer. Obviamente después de esto, dejé mi foto de WA privada.
Nunca, nunca, nunca había tratado con esta persona, ni siquiera por el grupo, ya que nada más se envían ofertas de empleo y hay varias personas desconocidas.
Me puse a pensar que es una situación similar a lo que muchas veces nos puede pasar en la calle.
De hecho, a mí me han gritado, me han dicho cosas obscenas, o chiflan; aunque nunca me han mostrado los genitales, es algo que también pasa. Es muy incómodo realmente, que te queden mirando de forma morbosa. Creo que se han normalizado estos comportamientos en público, pero realmente lo que me generan a mí, es sentirme muy en desconfianza y sentirme amenazada en la calle.
Cuando lo del mensaje sucede, ya cuando yo estoy en mi casa, a esas horas de la noche y a mi número personal, es como otro nivel de invasión. Ya no es ni siquiera en el espacio público de la calle, sino que también te invaden algo personal. Es un espacio dentro de tu casa, donde se supone hay seguridad, pero igual estás siendo acosada. Me sentí acosada, pero también vulnerada frente a mi intimidad.
Sin embargo, en este caso de acoso virtual, sentí que tenía una ventaja porque tenía el registro de lo que había sucedido. En la calle, uno no puede hacer el pantallazo de lo que pasa, pero cuando las cosas suceden de forma virtual, sí. Ahí fue cuando caí en cuenta de que quería manifestarme, quería manifestar mi enojo, mi malestar.
A pesar de esto, igual me sentía impotente frente a hacer algo ante este tipo de comportamiento en general. Más allá de reportar, porque sí lo reporté en WA, es qué hacer para que las personas dejen de hacer esto. Es suficiente. Yo siento que desde que somos muy niñas, desde que somos jóvenes, somos susceptibles a ser acosadas en la calle, inclusive con nuestras familias. Yo siento que ya es hora de que pare esto, es increíble que siga ocurriendo.
Cuando caí en cuenta de que esta persona había hecho eso por redes sociales, sentí que me dio papaya, no sé si boletearlo, pero realmente sentí que quería expresar mi rabia, mi malestar. Y bueno, como dejó rastro, lo que quise hacer fue denunciarlo públicamente. No conozco absolutamente nada de esta persona, salvo el número telefónico que me dejó, y sentí cierta valentía de querer expresarlo. Me dije que, si me callo, voy a sentir lo mismo que cuando me pasa en la calle y no puedo hacer nada, me sentiría impotente. Entonces la verdad, decidí expresarme porque es necesario decir que nos molesta y es necesario decir basta. Así que le comuniqué al grupo lo que él había hecho y lo eliminaron.
Ese tipo de conductas de acoso ¿qué sentido tiene?
¿Querer demostrar poder ante una mujer, ante una persona que perciben como más débil? Siento que una conducta muy primitiva. Esto tiene que parar porque no somos animales, somos personas que sentimos y razonamos, también nos podemos sentir vulnerados frente al otro, acosados e invadidos en la intimidad. Siento que hay que llamarles la atención a estas conductas porque hay una vulneración de derechos.
Es algo que me hace reflexionar, vale mucho la pena expresar, denunciar y hacer este tema algo educativo tanto para hombres como mujeres, niños, niñas, y jóvenes. Siento que es muy importante porque no sé hasta cuándo más vamos a aguantar el acoso callejero, el ciberacoso. No deberíamos tener que aguantar más y es hora de que se le vea la seriedad a estas conductas y hacer algo cuando esto ocurre. Es el mensaje que más me queda.
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