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Ser acompañante de aborto me cambió la vida.

  • Foto del escritor: Mi Cuerpo/Min Krop
    Mi Cuerpo/Min Krop
  • 10 jul
  • 3 Min. de lectura
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Tenía 20 años y cursaba los últimos semestres de la licenciatura de manera virtual (por la pandemia del Covid 19), evento que había cambiado la forma en la que hacíamos activismo, mis compañeras de la colectiva universitaria y yo. Entendiendo como activismo la acción de buscar mejorar las condiciones de la comunidad de la que formábamos parte, en específico sobre temas que involucraban a las mujeres. Este mismo interés me llevo (inicialmente de manera individual y después colectiva) a participar en capacitaciones autogestivas de diversas colectivas en el país sobre el Acompañamiento de aborto.  


Crecí en uno de los estados más conservadores y con una de las legislaciones más restrictivas sobre el aborto: Querétaro, nadie en mi familia o en mi escuela me habló jamás sobre qué era el aborto, mucho menos sobre lo que es un aborto voluntario, solo sabía inconscientemente que abortar era malo.  

Incluso cuando ya era adolescente, teniendo acceso a Internet y sabiendo con mayor exactitud que era un aborto y las diferencias entre aborto voluntario e involuntario (espontáneo) sabía que era algo que tenía que mantenerse en el ámbito privado, algo de lo que tener vergüenza. 


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Pero me cansaba sentir vergüenza y miedo todo el tiempo, pensar que las relaciones sexuales eran algo que jamás debería de hacer porque podrían terminar en un embarazo no deseado y mi vida estaría acabada para siempre, que el placer es algo prohibido hasta que “seas lo suficientemente mayor para hacerte responsable de las consecuencias de tus actos” (palabras de mi madre, no mías), o que si algún día me atrevía a abortar lo haría erróneamente con un gancho y moriría desangrada en un baño como en la película de “Perras” (2011).  


Por eso decidí aprender a ser acompañante de aborto, para dejar de tener miedo por mí misma. Pero también para acompañar a otras mujeres y personas gestantes que decidieran abortar en contextos de clandestinidad, que no se sintieran solas y culpables de querer decidir por sí mismas y por sus cuerpos.  

Ser acompañante de aborto significa compartir información segura que la  Organización Mundial de la Salud (OMS) ha compartido sobre cómo interrumpir el embarazo en casa; es escuchar a quienes no quieren continuar un embarazo, por los motivos que sean; hacerles saber que no están haciendo nada malo, que decidir por su cuerpo y su proyecto de vida no es incorrecto, que un aborto es un evento más en la vida reproductiva de las mujeres y personas gestantes; estar al pendiente durante la toma de pastillas; la expulsión del producto; compartir las recomendaciones posaborto; jamás hacerlas sentir que son culpables de algo; ser empática con sus dudas y preocupaciones.  


Ser acompañante de aborto en casa, me cambió la vida, porque me enseñó que esta no se acaba después de un embarazo no deseado, como durante tanto tiempo nos dijeron, que nuestra capacidad de decisión como mujeres y personas gestantes está por encima de los intereses y decisiones del Estado.
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Nosotras no dependemos de una legislación para poder actuar y que, si abortamos de manera clandestina en el espacio privado no significa que lo estamos haciendo de manera insegura ni solitaria, es un proceso que podemos realizar de manera autónoma y con información segura, acompañadas y sin miedo.  


En ese sentido, desde Colectiva Las Apapacho: por la autonomía del cuerpx-territorio A.C. brindamos procesos de acompañamiento de aborto en casa de manera segura, compartimos información difundida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los cuidados durante y posterior a la interrupción del embarazo, así apapachamos a todas aquellas personas que no quieren o no pueden continuar con un embarazo. 


-Marina

 
 
 

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